En Murcia se solía llamar alcaciles a las alcachofas. Es una palabra que se está perdiendo igual que sucede con denominaciones de otros alimentos: bajocas a las judías verdes, tápenas a las alcaparras y otras más. Pero en algunos platos permanece la antigua denominación y así he rescatado éste, que es un guiso propio de la etapa de Cuaresma (los 40 días anteriores a Viernes Santo) y en el que se mezclan dos verduras muy típicas de la época: alcachofas y habas.
Es guiso sencillo, pero que precisa su tiempo. Se puede hacer tanto con haba tierna, como con habas "michironas" (habas maduras que se emplean para elaborar los típicos
michirones murcianos). La diferencia es que la cocción de unas u otras se alargará más cuanto menos tiernas sean las habas. Si son muy tiernas, casi se podrán guisar habas y alcachofas en el mismo tiempo (unos 20 a 25 minutos en olla convencional, unos 10 a 15 en olla a presión). Si, como este caso, el haba ya está muy madura precisará una cocción larga antes de que incorporemos la alcachofa (unos 30 a 35 minutos en olla convencional unos 20 a 25 en olla a presión, más los 20 a 25 minutos de cocción que tendrá junto a la alcachofa).
En razón del más o menos prolongado tiempo que vayamos a tener cociendo las verduras, así habremos de poner agua, ya que la intención es que el guiso no quede aguado sino con una salsita de tomate más bien espesa. Más vale quedarnos escasos al comienzo y añadir más agua a mitad de cocción, que pasarnos y quede aguado el guiso. Estos son detalles a tener en cuenta para conseguir "el punto" al guiso.
En este guiso los pellejos de las habas no se suelen comer, salvo que éstas sean muy tiernas, siendo el objetivo sorber la tierna carne interior. De todas formas hay quien gusta de comer el recubrimiento pese a que pueda estar un poco correoso.
Como buenas legumbres que son, las habas producen gases, que a muchos incomodan. Un truquillo, que yo práctico, para reducir este desagradable efecto, es poner en la cocción un trozo de
alga kombu (que además contribuye a ablandar las fibras de la legumbre) y algo menos de media cucharadita de comino en polvo (o unos cuantos granos, que quedarán al fondo y procuraremos no servir con el guiso). Ojo con el comino que transmite sabor, cosa que no pasa con el kombu. Por ello hay que utilizarlo con moderación.
Hay que aprovechar que todavía quedan habas y alcaciles en el mercado para disfrutar de estos guisos, que acompañados de un buen vino sientan fenomenal.