Comentario previo:
Esta receta está inspirada en una que le vi hacer a Arguiñano hace bastante tiempo y que ahora he encontrado en internet: Alcachofas gratinadas con queso. Me encantó por lo sencilla que me parecía y ahora me tiene atrapado por lo rica que está.
Sé que las alcachofas son un verdura difícil, porque no es fácil de limpiar, se pone fea en cuando a la parte blanca le da el aire y tiene hojas duras que a veces "entretienen" (por no decir estorban) demasiado a la hora de comer. Pero en recetas como esta es un auténtico placer comerlas.
Yo me he decidido por usar un queso fundente con un sabor muy claro: el provolone ahumado. Podría servir cualquier otro de nuestro gusto, siempre que funda bien a la hora de gratinar. A mí me gusta que quede el queso tostadito, pero cada cual le puede dar el punto que más le apetezca.
Para acompañar las alcachofas gratinadas, he preparado una crema de zanahorias y puerros, con el aditamento del colinabo (podría haber sido patata) para darle espesor. El caldo puede ser uno vegetal o simplemente agua. Yo tenía infusión de romero, tomillo y azafrán, de la que preparo para el arroz, y lo he usado con un buen resultado (os recomiendo que lo probéis).
El resultado ha sido muy grato y seguro que lo repetiré, ya que no es excesivamente trabajoso (excepción hecha de la limpieza, inevitable, de las alcachofas).
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Sé que las alcachofas son un verdura difícil, porque no es fácil de limpiar, se pone fea en cuando a la parte blanca le da el aire y tiene hojas duras que a veces "entretienen" (por no decir estorban) demasiado a la hora de comer. Pero en recetas como esta es un auténtico placer comerlas.
Yo me he decidido por usar un queso fundente con un sabor muy claro: el provolone ahumado. Podría servir cualquier otro de nuestro gusto, siempre que funda bien a la hora de gratinar. A mí me gusta que quede el queso tostadito, pero cada cual le puede dar el punto que más le apetezca.
Para acompañar las alcachofas gratinadas, he preparado una crema de zanahorias y puerros, con el aditamento del colinabo (podría haber sido patata) para darle espesor. El caldo puede ser uno vegetal o simplemente agua. Yo tenía infusión de romero, tomillo y azafrán, de la que preparo para el arroz, y lo he usado con un buen resultado (os recomiendo que lo probéis).
El resultado ha sido muy grato y seguro que lo repetiré, ya que no es excesivamente trabajoso (excepción hecha de la limpieza, inevitable, de las alcachofas).